Reseña de "Fahrenheit 451", de Ray Bradbury
Fahrenheit 451 ofrece la historia de un sombrío y horroroso futuro. Montag, el protagonista, pertenece a una extraña brigada de bomberos cuya misión, paradójicamente, no es la de sofocar incendios sino la de provocarlos para quemar libros. Porque en el país de Montag está terminantemente prohibido leer. Porque leer obliga a pensar, y en el país de Montag está prohibido pensar. Porque leer impide ser ingenuamente feliz, y en el país de Montag hay que ser feliz a la fuerza... La novela más célebre de Ray Bradbury, maestro de la ficción científica.
En el universo donde se sitúa la historia, la tecnología del entretenimiento ha ido haciendo mella en la capacidad de las personas para pensar o preguntarse el porqué de las cosas. Todos viven felices ignorando su entorno, y prestando atención únicamente a la “familia”, es decir, a las cuatro paredes-televisor que proyectan programas las veinticuatro horas del día.
¿Qué es lo que me causa conflicto sobre esto? Bueno, primero que nada, la falta de imaginación del autor. Me aburrió muchísimo que Bradbury solo fuera capaz de crear televisores más grandes que los que existían en su época y automóviles más rápidos. Ah, y un perro mecánico algo creepy del cual nunca comprendí muy bien la función. Está bien, entiendo que este libro fue publicado en la década del ’50, pero Julio Verne vivió hace casi dos siglos y hasta pudo imaginar un submarino antes de que lo inventaran. Es que parece que Bradbury ni siquiera se esforzó en pensar qué otras cosas podría deparar el futuro de la tecnología, y eso como que... bueno, aburre un poco.
Otra cosa que critiqué una y otra vez es el estado de completa ceguera e indiferencia con que viven los personajes de esta novela. Lo encontré terriblemente inverosímil. Puede que algunas personas huyan de la realidad a través de la tecnología, pero ¿toda una nación? ¿Y a pesar de estar a punto de enfrentarse a una guerra? ¿Qué es lo que los mantiene alienados? ¿Es el miedo a las represalias del gobierno? ¿Es la propia conveniencia de encerrarse en el mundo virtual? Todo el tiempo sentí que Bradbury olvidaba lo fundamental del ser humano, que ya en su época empezaba lentamente a asomar, y que después de una década le estalló en la cara: que nunca nos conformamos. Nunca dejaremos de preguntar.
¿Por qué usé la expresión “le estalló en la cara”? Porque creo que los valores que el autor de este libro intentaba promulgar eran esencialmente retrógrados. La revolución cultural del ’60 debió de haberle resultado un infierno a este señor, que escribe en boca de Clarisse:
Y después, en boca del anciano Faber:
Para lograr que un niño sea responsable hay que pegarle. Las mujeres están solas y son estúpidas, no tienen escapatoria. Los únicos que pueden pensar en salvarse de la censura son los hombres. ¿Son esos los valores que debo conservar para ser una persona responsable, señor Bradbury? ¿El maltrato infantil y el machismo? Bueno, muchas gracias, pero no, gracias.
No podemos negar que muchos de nosotros ocupamos nuestro tiempo libre en llenarnos el cerebro de información banal y estúpida, para escapar temporalmente del estrés, del dolor o simplemente de la vida. Yo misma pospuse esta reseña un día entero porque no quería tener que enfrentarme con todos estos pensamientos. Y mientras tanto chequeé Facebook, Twitter, WhatsApp, Snapchat, Pinterest, Goodreads y Youtube, consumiendo pequeñas pero permanentes dosis de entretenimiento superficial y volátil.
De la misma forma, al instante de terminar de leer un libro empezamos otro, e incluso leemos varios libros a la vez, sin darle a cada uno de ellos el espacio para desplegarse en nuestras mentes y permitirnos pensar. Y todo por el afán de leer más, de tener más libros que guardar, de marcar más títulos en la bookshelve “read” de Goodreads.
Así que, a pesar de estar un poco enojada con Bradbury todavía, tengo que agradecerle por Fahrenheit 451, ya que me ha hecho pensar. Y me ha hecho darme cuenta de que no necesito estar leyendo dos o tres libros al mismo tiempo, ni comenzar un nuevo libro antes de haber asimilado el final del anterior. Este libro me ha hecho replantearme mis propósitos de lectura, ya que tuve que preguntarme: ¿qué es lo que quiero? ¿Leer muchos libros, o comprenderlos? Y me decanté por la segunda opción. Voy a tomarme mi vida con más calma. Y voy a meterme más profundamente en cada universo que llegue a mis manos. Porque cada libro es eso: un universo. Y lo mejor que podemos hacer es explorarlo.
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